AL KAHFI
¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el
Misericordioso!
[18.1] ¡Alabado sea Alá, que
ha revelado la Escritura a Su siervo y no ha puesto en ella tortuosidad,
[18.2] sino que la ha hecho recta, para
prevenir contra una grave calamidad que procede de Él, anunciar a los
creyentes que obran bien que tendrán una bella recompensa,
[18.3] en la que permanecerán para
siempre,
[18.4] y para advertir a los que dicen que
Alá ha adoptado un hijo!
[18.5] Ni ellos ni sus predecesores tienen
ningún conocimiento de eso. ¡Qué monstruosa
palabra la que sale de sus bocas! No dicen sino mentira.
[18.6] Tú quizá te consumas
de pena, si no creen en esta historia, por las huellas que dejan.
[18.7] Hemos adornado la tierra con lo que
en ella hay para probarles y ver quién de ellos es el que mejor se porta
[18.8] Y, ciertamente, haremos de su
superficie un sequeral.
[18.9] ¿Crees que los de la caverna
y de ar-Raqim constituyen una maravilla entre Nuestros signos?
[18.10] Cuando los jóvenes, al
refugiarse en la caverna, dijeron: «¡Señor! ¡Concédenos una
misericordia de Ti y haz que nos conduzcamos correctamente!»
[18.11] Y les hicimos dormir en la caverna
por muchos años.
[18.12] Luego, les despertamos para saber
cuál de los dos grupos calculaba mejor cuánto tiempo
habían permanecido.
[18.13] Nosotros vamos a contarte su relato
verdadero. Eran jóvenes que
creían en su Señor y a quienes habíamos confirmado en la
buena dirección.
[18.14] Fortalecimos su ánimo cuando
se levantaron y dijeron: «Nuestro Señor es el Señor de los cielos
y de la tierra. No invocaremos a más
dios que a Él. Si no, diríamos
una solemne mentira.
[18.15] Este pueblo nuestro ha tomado
dioses en lugar de tomarle a Él.
¿Por qué no presentan alguna autoridad clara en su favor? ¿Hay
alguien que sea más impío que quien inventa una mentira contra
Alá?
[18.16] Cuando os hayáis alejado de
ellos y de lo que, en lugar de Dios, sirven, ¡refugiaos en la caverna!
Vuestro Señor extenderá, sobre vosotros algo de Su misericordia y
dispondrá de la mejor manera de vuestra suerte».
[18.17] Habrías visto que el sol, al
salir, se desviaba de su caverna hacia la derecha y, al ponerse, los rebasaba
hacia la izquierda, mientras ellos estaban en una oquedad de ella. Ése es uno de los signos de Alá. Aquél a quien Alá dirige está bien
dirigido, pero para aquél a quien Él extravía no
encontrarás amigo que le guíe.
[18.18] Les hubieras creído
despiertos cuando, en realidad, dormían.
Les dábamos vuelta a derecha e izquierda, mientras su perro estaba en el
umbral con las patas delanteras extendidas. Si
les hubieras visto, te habrías escapado de ellos, lleno de miedo.
[18.19] Así estaban cuando les
despertamos para que se preguntaran unos a otros.
Uno de ellos dijo: «¿Cuánto tiempo habéis permanecido?» Dijeron:
«Permanecimos un día o menos». Dijeron:
«Vuestro Señor sabe bien cuánto tiempo habéis permanecido. Enviad a uno de vosotros con esta vuestra moneda a
la ciudad. Que mire quién tiene el alimento
más fresco y que os traiga provisión del mismo. Que se conduzca bien y que no atraiga la
atención de nadie sobre vosotros,
[18.20] pues, si se enteraran de vuestra
existencia, os lapidarían u os harían volver a su religión
y nunca más seríais felices».
[18.21] Y así los descubrimos para que
supieran que lo que Alá promete es verdad y que no hay duda respecto a
la Hora. Cuando discutían entre
sí sobre su asunto. Dijeron:
«¡Edificad sobre ellos! Su Señor les conoce bien». Los que prevalecieron en su asunto dijeron:
«¡Levantemos sobre ellos un santuario!»
[18.22] Unos dirán: «Eran tres,
cuatro con su perro». Otros dirán:
«Eran cinco, seis con su perro», conjeturando sobre lo oculto. Otros dirán: «Eran siete, ocho con su
perro». Di: «Mi Señor sabe bien su
número, sólo pocos les conocen».
No discutas, pues, sobre ellos, sino someramente y no consultes sobre ellos a
nadie.
[18.23] Y no digas a propósito de
nada: «Lo haré mañana»,
[18.24] sin: «si Alá quiere». Y, si te olvidas de hacerlo, recuerda a tu
Señor, diciendo: «Quizá mi Señor me dirija a algo que esté
más cerca que eso de lo recto».
[18.25] Permanecieron en su caverna
trescientos años, a los que se añaden nueve.
[18.26] Di: «Alá sabe bien
cuánto tiempo permanecieron. Suyo es lo
oculto de los cielos y de la tierra.
¡Qué bien ve y qué bien oye! Fuera de Él, los hombres no tienen
amigo. Y Él no asocia a nadie en Su
decisión».
[18.27] Recita lo que se te ha revelado de
la Escritura de tu Señor. No hay quien
pueda cambiar Sus palabras y no encontrarás asilo fuera de Él.
[18.28] ¡No rehúyas estar con
los que invocan a su Señor mañana y tarde por deseo de agradarle!
¡No quites los ojos de ellos por deseo del ornato de la vida de
acá! ¡No obedezcas a aquél cuyo corazón hemos hecho que se
despreocupe de Nuestro recuerdo, que sigue su pasión y se conduce
insolentemente!
[18.29] Y di: «La Verdad viene de vuestro
Señor. ¡Que crea quien quiera, y
quien no quiera que no crea!» Hemos preparado para los impíos un fuego
cuyas llamas les cercarán. Si piden
socorro, se les socorrerá con un líquido como de metal fundido,
que les abrasará el rostro. ¡Mala
bebida! Y ¡mal lugar de descanso!
[18.30] Quienes, en cambio, crean y obren
bien... No dejaremos de remunerar a quienes se
conduzcan bien.
[18.31] Para ésos serán los jardines
del edén, por cuyos bajos fluyen arroyos. Se
les adornará allí con brazaletes de oro, se les vestirá de
satén y brocado verdes, estarán allí reclinados en divanes. ¡Qué agradable recompensa y qué bello lugar
de descanso!
[18.32] Propónles la parábola
de dos hombres, a uno de los cuales dimos dos viñedos, que cercamos de
palmeras y separamos con sembrados.
[18.33] Ambos viñedos dieron su
cosecha, no fallaron nada, e hicimos brotar entre ellos un arroyo.
[18.34] Uno tuvo frutos y dijo a su
compañero, con quien dialogaba: «Soy más que tú en
hacienda y más fuerte en gente».
[18.35] Y entró en su viñedo,
injusto consigo mismo. Dijo: «No creo que éste
perezca nunca.
[18.36] Ni creo que ocurra la Hora. Pero, aun si soy llevado ante mi Señor, he
de encontrar, a cambio, algo mejor que él».
[18.37] El compañero con quien
dialogaba le dijo: «¿No crees en Quien te creó de tierra, luego,
de una gota y, luego, te dio forma de hombre?
[18.38] En cuanto a mí, Él es
Alá, mi Señor, y no asocio nadie a mi Señor.
[18.39] Si, al entrar en tu viñedo,
hubieras dicho: '¡Que sea lo que Alá quiera! ¡La fuerza
reside sólo en Alá!' Si ves que yo tengo menos que tú en
hacienda e hijos,
[18.40] quizá me dé Alá algo
mejor que tu viñedo, lance contra él rayos del cielo y se convierta en
compo pelado,
[18.41] o se filtre su agua por la tierra y
no puedas volver a encontrarla».
[18.42] Su cosecha fue destruida y, a la
mañana siguiente, se retorcía las manos pensando en lo mucho que
había gastado en él: sus cepas estaban arruinadas. Y decía: «¡Ojalá no hubiera asociado nadie
a mi Señor!»
[18.43] No hubo grupo que, fuera de
Alá, pudiera auxiliarle, ni pudo defenderse a sí mismo.
[18.44] En casos así sólo
Alá, la Verdad, ofrece amistad.
Él es el Mejor en recompensar y el Mejor como fin.
[18.45] Propónles la parábola
de la vida de acá. Es como agua que
hacemos bajar del cielo y se empapa de ella la vegetación de la tierra,
pero se convierte en hierba seca, que los vientos dispersan. Alá es potísimo en todo.
[18.46] La hacienda y los hijos varones son
el ornato de la vida de acá. Pero las
obras perdurables, las buenas obras, recibirán una mejor recompensa ante
tu Señor, constituyen una esperanza mejor fundada.
[18.47] El día que pongamos en
marcha las montañas, veas la tierra allanada, congreguemos a todos sin
excepción,
[18.48] y sean presentados en fila ante tu
Señor. «Venís a Nosotros como os
creamos por vez primera. Y
¿pretendíais que no íbamos a citaros?»
[18.49] Se expondrá la Escritura y
oirás decir a los pecadores, temiendo por su contenido: «¡Ay de
nosotros! ¿Qué clase de Escritura es ésta, que no deja de enumerar nada,
ni grande ni pequeño?» Allí encontrarán ante ellos lo que
han hecho. Y tu Señor no será
injusto con nadie.
[18.50] Y cuando dijimos a los
ángeles: «¡Prosternaos ante Adán!» Se prosternaron, excepto
Iblis, que era uno de los genios y desobedeció la orden de su
Señor. ¿Cómo? ¿Les
tomaréis, a él y a sus descendientes, como amigos, en lugar de tomarme a
Mí, siendo así que son vuestros enemigos? ¡Qué mal trueque
para los impíos!
[18.51] No les he puesto como testigos de
la creación de los cielos y de la tierra ni de su propia
creación, ni he tomado como auxiliares a los que extravían a
otros.
[18.52] El día que diga:
«¡Llamad a aquéllos que pretendíais que eran Mis asociados!», les
invocarán, pero no les ecucharán.
Pondremos un abismo entre ellos.
[18.53] Los pecadores verán el Fuego
y creerán que se precipitan en él, sin encontrar modo de escapar.
[18.54] En este Corán hemos expuesto
a los hombres toda clase de ejemplos, pero el hombre es, de todos los seres, el
más discutidor.
[18.55] Lo único que impide a los
hombres creer cuando les llega la Dirección y pedir el perdón de
su Señor, es el no admitir que les alcanzará la misma suerte que
a los antiguos o que deberán afrontar el castigo.
[18.56] No mandamos a los enviados sino
como nuncios de buenas nuevas y para advertir.
Los que no creen discuten con argucias para derribar, así, la Verdad, y
toman a burla Mis signos y las advertencias.
[18.57] ¿Hay alguien que sea
más impío que quien, habiéndosele recordado los signos de su
Señor, se desvía luego de ellos y olvida lo que sus manos
obraron? Hemos velado sus corazones y endurecido sus oídos para que no
lo entiendan. Aunque les llames hacia la
Dirección, no serán nunca bien dirigidos.
[18.58] Tu Señor es el Indulgente,
el Dueño de la Misericordia. Si les
diera su merecido, les adelantaría el castigo.
Tienen, sin embargo, una cita a la que no podrán faltar.
[18.59] Hicimos perecer esas ciudades
cuando obraron impíamente, habiendo fijado por anticipado cuándo
iban a perecer.
[18.60] Y cuando Moisés dijo a su mozo: «No
cejaré hasta que alcance la confluencia de las dos grandes masas de agua,
aunque tenga que andar muchos años».
[18.61] Y, cuando alcanzaron su
confluencia, se olvidaron de su pez, que emprendió tranquilamente el
camino hacia la gran masa de agua.
[18.62] Y, cuando pasaron más
allá dijo a su mozo: «¡Trae la comida, que nos hemos cansado con
este viaje!»
[18.63] Dijo: «¿Qué te parece?
Cuando nos refugiamos en la roca, me olvidé del pez -nadie sino el Demonio hizo
olvidarme de que me acordara de él- y emprendió el camino hacia la gran
masa de agua. ¡Es asombroso!»
[18.64] Dijo: «Eso es lo que
deseábamos», y regresaron volviendo sobre sus pasos,
[18.65] encontrando a uno de Nuestros,
siervos a quien habíamos hecho objeto de una misericordia venida de
Nosotros y enseñado una ciencia de Nosotros.
[18.66] Moisés le dijo: «¿Te sigo
para que me enseñes algo de la buena dirección que se te ha
enseñado?»
[18.67] Dijo: «No podrás tener
paciencia conmigo.
[18.68] ¿Y cómo vas a tenerla
en aquello de que no tienes pleno conocimiento?»
[18.69] Dijo: «Me encontrarás, si
Alá quiere, paciente, y no desobedeceré tus órdenes».
[18.70] Dijo: «Si me sigues, pues, no me
preguntes nada sin que yo te lo sugiera».
[18.71] Y se fueron ambos hasta que,
habiendo subido a la nave, hizo en ella un boquete.
Dijo: «¿Le has hecho un boquete para que se ahoguen sus pasajeros?
¡Has hecho algo muy grave!»
[18.72] Dijo: «¿No te he dicho que
no podrías tener paciencia conmigo?»
[18.73] «No lleves a mal mi olvido», dijo,
«y no me sometas a una prueba demasiado difícil».
[18.74] Y reanudaron ambos la marcha, hasta
que encontraron a un muchacho y le mató.
Dijo: «¿Has matado a una persona inocente que no había matado a
nadie? ¡Has hecho algo horroroso!»
[18.75] Dijo: «¿No te he dicho que
no podrías tener paciencia conmigo?»
[18.76] Dijo: «Si en adelante te pregunto
algo, no me tengas más por compañero.
Y acepta mis excusas».
[18.77] Y se pusieron de nuevo en camino
hasta que llegaron a una ciudad a cuyos habitantes pidieron de comer, pero
éstos les negaron la hospitalidad.
Encontraron, luego, en ella un muro que amenazaba derrumbarse y lo
apuntaló. Dijo: «Si hubieras querido,
habrías podido recibir un salario por eso».
[18.78] Dijo: «Ha llegado el momento de
separarnos. Voy a informarte del significado
de aquello en que no has podido tener paciencia.
[18.79] En cuanto a la nave,
pertenecía a unos pobres que trabajaban en el mar y yo quise averiarla,
pues detrás de ellos venía un rey que se apoderaba por la fuerza
de todas las naves.
[18.80] Y en cuanto al muchacho, sus padres
eran creyentes y tuvimos miedo de que les impusiera su rebeldía e
incredulidad,
[18.81] y quisimos que su Señor les
diera a cambio uno más puro que aquél y más afectuoso.
[18.82] Y en cuanto al muro,
pertenecía a dos muchachos huérfanos de la ciudad. Debajo de él había un tesoro que les pertenecía. Su padre era bueno y tu Señor quiso que
descubrieran su tesoro cuando alcanzaran la madurez, como muestra de
misericordia venida de tu Señor. No lo
hice por propia iniciativa. Éste es el
significado de aquello en que no has podido tener paciencia».
[18.83] Te preguntarán por el
Bicorne. Di: «Voy a contaros una historia a
propósito de él».
[18.84] Le habíamos dado
poderío en el país y le habíamos facilitado todo.
[18.85] Siguió, pues, un camino
[18.86] hasta que, a la puesta del sol,
encontró que éste se ocultaba en una fuente pecinosa, junto a la cual
encontró a gente. Dijimos:«Bicorne!
Puedes castigarles o hacerles bien».
[18.87] Dijo: «Castigaremos a quien obre
impíamente y, luego, será llevado a su Señor, que le
infligirá un castigo horroroso.
[18.88] Pero quien crea y obre bien
tendrá como retribución lo mejor y le ordenaremos cosas
fáciles».
[18.89] Luego, siguió otro camino
[18.90] hasta que, a la salida del sol,
encontró que éste aparecía sobre otra gente a la que no
habíamos dado refugio para protegerse de él.
[18.91] Así fue. Nosotros teníamos pleno conocimiento de lo
que él tenía.
[18.92] Luego, siguió otro camino
[18.93] hasta que, llegado a un espacio
entre los dos diques, encontró del lado de acá a gente que apenas
comprendía palabra.
[18.94] Dijeron: «¡Bicorne! Gog y
Magog corrompen en la tierra. ¿Podríamos
retribuirte a cambio de que colocaras un dique entre nosotros y ellos?»
[18.95] Dijo: «El poderío que mi
Señor me ha dado es mejor.
¡Ayudadme esforzadamente y levantaré una muralla entre vosotros y ellos!
[18.96] ¡Traedme bloques de hierro!»
Hasta que, habiendo rellenado el espacio vacío entre las dos laderas,
dijo: «¡Soplad!» Hasta que, habiendo hecho del hierro fuego, dijo:
«¡Traedme bronce fundido para derramarlo encima!»
[18.97] Y no pudieron escalarla, ni
pudieron abrir brecha en ella.
[18.98] Dijo: «Ésta es una
misericordia venida de mi Señor, pero, cuando venga la promesa de mi
Señor, Él la demolerá. Lo
que mi Señor promete es verdad».
[18.99] Ese día dejaremos que unos y
otros se entremezclen. Se tocará la
trompeta y los reuniremos a todos.
[18.100] Ese día mostraremos
plenamente la gehena a los incrédulos,
[18.101] cuyos ojos estaban cerrados a Mi
recuerdo y que no podían oír.
[18.102] ¿Piensan, acaso, quienes no
creen, que podrán tomar a Mis siervos como amigos en lugar de tomarme a
Mí? Hemos preparado la gehena como alojamiento para los infieles
[18.103] Di: «¿Os daré a conocer
quiénes son los que más pierden por sus obras,
[18.104] aquéllos cuyo celo se pierde en la
vida de acá mientras creen obrar bien?»
[18.105] Son ellos los que no creen en los
signos de su Señor, ni en que Le encontrarán. Vanas habrán sido sus obras y el día
de la Resurrección no les reconoceremos peso.
[18.106] Su retribución será
la gehena por no haber creído y por haber tomado a burla Mis signos y a
Mis enviados.
[18.107] En cambio, los que hayan
creído y obrado bien se alojarán en los jardines del
paraíso,
[18.108] eternamente, y no desearán
mudarse.
[18.109] Di: «si fuera el mar tinta para las
palabras de mi Señor, se agotaría el mar antes de que se agotaran
las palabras de mar Señor, aun si añadiéramos otro mar de tinta».
[18.110] Di: «Yo soy sólo un mortal
como vosotros, a quien se ha revelado que vuestro Dios es un Dios Uno. Quien cuente con encontrar a su Señor, que
haga buenas, obras y que cuando adore a su Señor, no Le asocie nadie».